"Descifrando Mi Escuela"
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martes, 4 de enero de 2011

La disciplina en el aula.

Disciplina es un término muy cercano a todo maestro y a toda persona, más aún a los alumnos, aunque no siempre aplicado bajo un concepto unívoco. Algunos asocian la disciplina a un conjunto de reglas orientadas al control, la obediencia, la autoridad, el comportamiento, el orden.

Sin entrar en detalles y discusiones, en este artículo entenderemos la disciplina en su acepción más simple, pero no menos significativa: aceptar normas dentro de una actividad y cumplirlas. Las instituciones educativas y las aulas son clásicas por tener normas y pedir y exigir su cumplimiento. En décadas pasadas, se dice, la disciplina fue excesivamente rígida. No faltan quienes dicen que hoy es muy “relajada”.

PLANTEANDO EL TEMA

¿Es importante la disciplina en el aula?

En toda sociedad y ambiente tiene que haber normas, aunque sean mínimas. La familia y la escuela son fundamentales para su aprendizaje. Las normas deben ser cumplidas por maestros y estudiantes a fin de facilitar el logro de los objetivos educativos. Sin ellas difícilmente se alcanzan. ¿Cómo se va a aprender en un lugar donde todos hablan, gritan o juegan?

Pero no es tan fácil cumplirlas: la naturaleza humana, y más la de los niños y jóvenes, tiende a pasar por encima de ellas: no las desea; tiende a desobedecerlas, aunque sean lógicas y razonables. Es que, con frecuencia, los estudiantes desconocen su importancia para una adecuada convivencia y no en pocos casos porque tienen otros intereses.

¿Complica la ausencia de disciplina?

Estudios realizados por la Oficina Regional de Educación para América Latina de la UNESCO en varios países del área (2000), revelaron que una de las variables decisivas en el logro de aprendizajes en la escuela es una disciplina aceptada por los estudiantes. Es que sin ella difícilmente podrá haber avances sustantivos.

En efecto, el número de estudiantes por clase y la experiencia del maestro en el ejercicio de la docencia tienen generalmente una relación muy estrecha: a mayor número de alumnos por clase y menor experiencia del maestro, mayor probabilidad de indisciplina y los impactos que ella produce: reduce y distrae el tiempo de aprendizaje, afecta el clima de relaciones entre alumnos y entre el profesor y sus alumnos, poco a poco puede ir minando el principio de autoridad, la probabilidad de consumo de drogas en ambientes de alta indisciplina aumenta...

Existen maestros que no explican ni dan instrucciones a sus estudiantes por la ausencia de orden en el aula; menos aún pueden dar una explicación orgánica de un tema fundamental. Se dan situaciones en las que los maestros no tienen lo que se suele denominar “dominio de clase”; los alumnos hacen lo que quieren. En este caso, es imposible que en dicho ambiente pueda haber éxito alguno. Más bien se aprende a faltar el respeto al maestro y a los compañeros.

LA TAREA DEL DOCENTE

Lo que un buen maestro desearía: la autodisciplina

Un maestro realmente educador, sea más o menos rígido o muy abierto en la disciplina, prefiere que el alumno se autodiscipline y requiera el mínimo de normas. Pero no es fácil que el estudiante se convenza del cumplimiento de reglas; su inteligencia avanza pero todavía no capta bien las razones que justifican las normas de convivencia. Por otra parte, su voluntad aún es débil. Por ello se requiere reglas visibles en el aula.

Si por muy variadas razones, el maestro no logra una disciplina satisfactoria en el aula mediante el deseable auto convencimiento del alumno, el verdadero educador procura el establecimiento de un sencillo código de comportamiento a ser cumplido y que sea exigible a los alumnos. Sin él no podrá lograr los objetivos de aprendizaje trazados.

Pero en cualquiera de los casos, sea buscando una autodisciplina o un cumplimiento por la exigencia externa, el auténtico maestro quisiera saber cómo llegar a ella sin herir ni destruir y logrando resultados perdurables; desea saber el camino apropiado. En ese propósito, actitudes del profesor de respeto por el estudiante, de confianza ligada a la exigencia, son factores que ayudarán significativamente a lograr la autodisciplina.

Cimentar conocimientos, afectos y comportamientos.

Para hacer un trabajo exitoso en el aula hay que crear una actitud favorable a las normas de convivencia. Para ello hay que seguir el ya antiguo camino que conduce al convencimiento, el deseo y, luego, la ejecución.

En cuanto a los conocimientos (a fin de convencer), es necesarioexplicar siempre la razón de las normas; no promover reglas irracionales o excesivamente rígidas, menos aún temperamentales. Hay que buscar convencer y no imponer. Lo impuesto irracionalmente, lo saben bien los maestros, dura poco y causa rebeldía. Una forma de hacerlo es procurar que los estudiantes identifiquen constantemente el valor de las normas de disciplina en el éxito de su futuro personal, abrirles la posibilidad que propongan nuevas normas o perfeccionen las existentes.

En lo que se refiere a los afectos, hay que provocar y motivar a fin de que esas buenas razones argumentadas para convencer, sean amadas y se deseen cumplir. Provocar el deseo es fundamental para que la persona ejecute algo. Nadie ejecuta lo que no desea, así como nadie desea lo que no ve convincente y razonable.

Pero existe un tercer elemento. No basta con haber convencido y que se desee cumplir con las normas de convivencia. Se necesita el adecuado comportamiento. Sin él, todo queda en teoría. Aquí entra la voluntad.

De los tres aspectos mencionados los dos primeros son los más fáciles de enfrentar. Un niño o joven suele estar bien dispuesto y acepta razones. Si es adecuadamente motivado desea lo que se le propone. Donde se quiebra con frecuencia todo es en la coherencia al obrar: piensa y desea bien, pero no se actúa. Tal vez aquí esté una de las fallas centrales de nosotros los peruanos. Es que, escuelas y hogares forman poco la voluntad.

En síntesis, para crear actitudes favorables a la disciplina y las normas necesitamos iluminar la inteligencia, llenar el corazón de buenos deseos y hacer operante la voluntad. Todo maestro necesita cultivar y desarrollar estos tres aspectos en sus alumnos y a los estudiantes les cuesta mucho el esfuerzo.

ASPECTOS PRÁCTICOS

La palabra disciplina suena a algo antiguo y duro que implicaba no solo autoridad severa, vertical y a veces arbitraria, sino también castigos fuertes usualmente desproporcionados. Sin embargo, la disciplina en manera alguna puede ser rechazada; pero hoy, y no sin razón, se prefiere hablar de cumplimiento de normas de convivencia. Su observancia sería la disciplina de que hablamos.

En tiempos anteriores, y a veces en los actuales, el maestro imponía rígidamente las normas de conducta y señalaba cuál era el sentido de la disciplina. Aparte de reglas muy exigentes, en su elaboración no participaban los estudiantes. Los alumnos las sentían como una imposición. Veamos orientaciones prácticas para obtener logros significativos:

Elaborando normas de disciplina o convivencia.

1. Promover la participación organizada y orientada de todos los alumnos en la elaboración de las normas, así las sentirán como suyas y les será más fácil cumplirlas.

2. El inicio del año escolar será el momento oportuno para que los alumnos establezcan las líneas y hasta las correspondientes sanciones. El maestro deberá orientarlos dejándoles voz e iniciativa.

3. Salvo algunos casos especiales, las reglas de convivencia deben todas las faltas que se pueden cometer y su correspondiente sanción.

4. Es mejor orientar a los alumnos a que elaboren las normas algo globales que abarquen de por sí varias cosas. Así, por ejemplo, se puede establecer que el alumnado venga adecuadamente aseado y vestido sin exageraciones o excentricidades, a juicio del Comité de Aula, en lugar de establecer detalles acerca del pelo, aretes, tipo de pantalones y otros. Establecer un comportamiento respetuoso con todo el personal de la institución, en lugar de detallar faltas hacia los actores de la comunidad educativa.

5. Debe comprender un grupo de sanciones muy equilibradas y aceptadas en consenso por los estudiantes.

Si las normas son pocas se podrán leer y recordar con cierta frecuencia. Tampoco agobiarán a los estudiantes, ni provocarán una “cacería de brujas”. Por otra parte los alumnos aprenderán a tener una mirada global de las cosas.

ACTUACIÓN CONCRETA DEL DOCENTE.

Aparte del papel decisivo del docente-facilitador en el proceso de convencer y motivar, existen manejos adecuados o inadecuados que los buenos maestros conocen muy bien. Ellos son decisivos para la adecuada disciplina en el aula. Así:

1. Desde la primera clase mostrar autoridad y dominio de la situación. Manifestar temor a los alumnos es el inicio de la indisciplina y del menosprecio al maestro.

2. Hablar fuerte y con claridad, de tal forma que todos los alumnos entiendan perfectamente y sin dificultad todo aquello que se les dice. La escasa claridad genera distracción y murmullos.

3. Un maestro no debe hablar demasiado. Hay quienes creen que son buenos maestros porque no paran de hablar. Si los alumnos solamente escuchan y reciben, ¿cuándo desarrollan sus facultades? Si se habla mucho los alumnos se cansan, no escuchan y hablan mientras el maestro da su clase o instrucciones. Se trata de que los alumnos hagan el trabajo y hablen lo necesario, reflexionando e intercambiando ideas y experiencias.

4. Aunque los alumnos deben participar activamente en la elaboración de las normas de convivencia, es importante que el docente-facilitador plantee al inicio algunas líneas fundamentales de su actuar y de lo que pretende de los estudiantes. Ello servirá como marco básico o norte en la elaboración de las Normas.

5. La disciplina y los aprendizajes se facilitan cuando los tiempos de desarrollo de las unidades didácticas están bien diseñados y ocupados, sin espacios vacíos que hagan peligrar una acción continua y organizada.

6. La explicación bien estructurada, didáctica, con las ayudas apropiadas y la participación organizada de los estudiantes, crea un ambiente de trabajo que hace difícil la indisciplina.

7. El respeto y buen trato crean una empatía y confianza sólidas. El maltrato genera distancia, enerva, provoca la cólera y causa rebeldía. Lo primero ayuda al aprendizaje (no sólo cognitivo); lo segundo impide los aprendizajes.

8. El maestro que desea un trabajo serio y disciplinado no debe quedarse en el “arco” (su carpeta) sino salir a empujar a su equipo. Debe estar pendiente de todo mientras los estudiantes trabajan en grupo o resuelven individualmente los interrogantes. Necesita estar al lado de ellos colaborando activamente en el logro de aprendizajes. Así la disciplina no se le irá de las manos.

http://www.educared.pe/docentes/articulo/1546/la-disciplina-en-el-aula

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